*Este es un cuento de El Timón Alado
UNA SALCHICHA MUY VALIOSA
Esta fantástica historia
ocurrió en la más remota América norteña, en Alaska, donde
siempre hace mucha, pero mucha rasca.
En las afueras de un
pueblo montañés había un peculiar muñeco de nieve. Y digo
peculiar porque en lugar de sombrero lucía sobre su cabeza una gorra
de beisbol, por nariz no utilizaba la típica zanahoria, como hacen
todos los buenos “snowman” que se precien, sino una salchicha. Y
para mayor desdicha del pobrecillo White -que
así se llamaba el susodicho muñeco- en lugar de una gruesa
bufanda de lana, colgaba de su cuello una corbata estampada de
flores.
¡Qué desgracia la suya!
En vez de un muñeco de nieve parecía un turista de Miami.
-¡Pero quién sería el
bromista desalmado que me hizo así!- exclamaba repetidamente el
iracundo White. -¡Me siento
tan espantoso y tan solo!-
Sin embargo, la fortuna le
sonrió ese día de Navidad.
Un perro malamute salió
de una casa correteando y moviendo la cola de lado a lado. Se acercó
hasta el horrorizado White
quien pensó que aquel chucho iba a levantar la pata para orinar
sobre sus pantuflas multicolores.
-¡No,
por favor! ¡Si además de esta pinta horripilante, huelo a pis de
chucho, nadie se acercará jamás a mí!- exclamó.
-No
iba a hacer tal cosa. Me acerqué por el olor de tu nariz... ¡Me
encantan las salchichas!-
-Pero
no puedo quedarme sin nariz. Sería aun peor... además de mi
ridículo atuendo... ¡Quedarme chato!... ¡Eso jamás!-
-Te
entiendo, amigo... Sin embargo... ¡te propongo un trato!- dijo el
perro.
Se
quedaron cuchicheando en voz muy tenue hasta que de repente el
malamute salió zumbando hasta la casa.
Al
cabo de un rato Grey -que
así se llamaba el perro en honor a su pelaje- había regresado con
una cesta de la que fue extrayendo objetos: Una zanahoria bien
hermosa, un gorro de Papá
Noel, una bufanda de un rojo bermellón y hasta una pipa de madera.
Entonces
pudo deshacerse el muñeco de su ridícula apariencia y alegrar al
mismo tiempo a Grey,
quien se zampó en un santiamén la salchicha que había tenido White
por nariz.
Así fue como muñeco y perro se hicieron amigos.
Y además en unos minutos la plaza se llenó de niños
que jugaban con ellos...
-¡Qué
alegre Navidad, nos espera!- exclamó White.
Y colorín colorado... ¡sin salchicha nos hemos
quedado!
FIN
Autores: Aurora y Elías. Facilitador: E. Glez
Autores: Aurora y Elías. Facilitador: E. Glez
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