La Maravillosa Historia del Lago Encantado

2.12.16

(Buscar en el diccionario las palabras subrayadas)

* Este es un cuento original de El Timón Alado






Érase una vez un bosque recóndito situado justo en el centro de la comarca conocida como Las Tierras Profundas.

En el bosque de Don José vivía un Hada a la que le encantaba la música por lo que siempre llevaba consigo una flauta travesera.

Tanto era su amor por la música que todos los animalillos del bosque la conocían como el hada “Batutita”.


En cuanto el sol aparecía por entre las montañas nevadas la pequeña hada se entregaba a su música. Cualquier motivo era suficiente para hacer sonar su preciosa flauta plateada de la que surgían melodías primorosas: Si soplaba el viento, el hada tocaba y tocaba hasta que amainase. Si se escuchaba el trino de un pajarillo, la flauta de “Batutita” acompañaba su canto. Si croaba una rana, la flauta sonaba hasta que se lanzase al agua. Si empezaba a lloviznar, el hada danzaba y danzaba sin parar al ritmo de la música de su flauta hasta que la lluvia cesara; y si una mariposa se posaba en la hierba, “Batutita” se ponía tan contenta que apenas atinaba con el precioso instrumento haciéndolo sonar a un ritmo virulento.

Pero un día oscuro y gris como las nubes que se alzaban en el horizonte, mientras nuestra pequeña hada oteaba desde lo alto de un roble centenario, un rayo inmenso rasgó el cielo y asustó tanto a “Batutita” que la flauta cayó sin remedio  al lago encantado…

De repente, apareció una vieja bruja riendo con carcajadas siniestras. Era la bruja “Tururú”, una bruja más fea que Picio con una gran nariz de color azulado, los ojos rojos inyectados en sangre y varias arañas colgando de su grasiento flequillo.
Aquel día lucía sus mejores atuendos: un puntiagudo sombrero negro hecho de cartón sin reciclar, un vestido de paños de cocina roídos y sucios, unos zapatos de piel de sapo culebrón, un collar de cáscaras de nuez y cacahuete, y por si esto fuera poco, adornaba sus tremendas orejas con unos pendientes de huesos de ratoncillo engarzados con uñas de gato negro.

La mera presencia de la bruja hacía que a cualquiera se le erizaran los cabellos.

La malvada bruja Tururú había realizado mucho tiempo atrás un hechizo por el que el agua del estanque hacía que cualquier objeto que se mojara en ella perdiera sus propiedades y cualidades más preciadas.

Así pues, cuando el hada recuperó su flauta… ¡¡¡ NO SONABA!!!

“Batutita” ya no podía hacer sonar sus preciosas melodías y no dejaba de sollozar día y noche hasta que una buena mañana, cuando el sol saludaba en lo alto a todos los animalillos del bosque de Don José, apareció junto a la rama del árbol donde ella vivía un elfo manzanero junto a un pequeño colibrí, y entre ambos pusieron en marcha un plan verbenero por el cual rociaron el instrumento de polvos mágicos de manzana dorada proveniente del lejano País de Los Grandes Tesoros de manera que la flauta no sólo recuperó su facultad de hacer música, sino que además, cada vez que sonaba,  hacía que aquello que estuviera en la mente del hada, por arte de magia se hiciera realidad.

A partir de ese momento, “Batutita” se dedicó a hacer sonar su flauta día y noche mientras el cielo se llenaba de flores y arcoíris durante el día y de estrellas de colores durante la noche.

Y colorín, colorado… la flauta de Batutita… ¡¡¡a sonar ha comenzado!!!

FIN

Autores: María, Aurora, Elías y Lucía



Facilitador: Eduardo



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