La aventura de Catalina y sus amigos

8.6.17




                     * Este es un cuento original de El Timón Alado

LA AVENTURA DE CATALINA Y SUS AMIGOS

Hace mucho, mucho tiempo… tanto como un par de miles de esas secuencias de trescientos sesenta y cinco días que los humanos llaman años… y algunos cientos más, que ocurrió esta extravagante pero fantástica historia que vamos a narrar.

Todo ocurrió en el mar. Bueno, en realidad, en el océano Atlántico, en el mar Mediterráneo y en algunas de sus islas.

Comienza nuestra historia en las postrimerías de la lejana Antártida. Allí aconteció que un pequeño pingüino recién nacido se alejó de sus progenitores siguiendo la estela de un barco precioso cuyo timón contenía la imagen de un corazón en su eje.

El pequeño pingüino, al que llamaban Sol porque el astro rey se reflejaba en su negro pelaje generando destellos multicolores, pronto se vio perdido.

Y así anduvo, perdido y temeroso por el océano, durante días y días, buscando corrientes más cálidas. Como todos los pingüinos, Sol era un poco torpe, pero al mismo tiempo era muy bondadoso y amable por lo que todos los pececillos, calamares, estrellas de mar, e incluso sirenitas que hallaba a su paso decidían ayudarle orientándole hacia algún archipiélago.


Finalmente divisó a lo lejos unas islas. Eran las islas Azores.

Y cuando se acercó a la orilla de una playa pudo percibir como una aleta plateada se aproximaba hacia allí. Dio un respingo al pensar que era un tiburón. Sin embargo, en seguida pudo comprobar aliviado que en realidad se trataba de un delfín. Bueno, en este caso, un delfín hembra que dijo llamarse Estrellita.

Sol se alegró tanto de hallar compañía que pronto trabaron amistad. Justamente Estrellita, muy vivaz ella, también se había perdido siguiendo la estela de un barco…

Unidos pues por el destino, pingüino y delfín, decidieron recorrer las aguas del océano para cruzar lo que llamaban “El Gran Portal”. Al otro lado se hallaba el mar de todos los mares, la increíble cuna de Civilizaciones: el mar Mediterráneo.

Jugueteando entre las olas pudieron finalmente divisar las llamadas “Columnas de Hércules” que delimitaban el estrecho de Gibraltar; y tras cruzarlas se dirigieron a las Islas Baleares recabando finalmente en Menorca, en una de cuyas playas cercana al cabo de Caballería, hallaron a una niña, que sentada en la arena y con las manos cubriéndose el rostro lloriqueaba porque… ¡también se había perdido!

Catalina, que así se llamaba, era una niña rubia, esbelta y guapa, pero la cualidad que destacaba cualquiera que tuviese la suerte de conocerla era la de su “olfato”… Catalina tenía una gran intuición.
Por ello se puso muy contenta con la llegada de sus nuevos compañeros. Sabía que les aguardaban magníficas aventuras.

Tras una breve deliberación decidieron finalmente aventurarse por el Mediterráneo en busca del llamado Rincón Mágico, que no era otro que la emblemática ciudad de Delfos, donde se hallaba el maravilloso Templo conocido como “el centro del Universo”.

La niña pudo navegar sobre el lomo de Estrellita que a su vez seguía la estela de Sol, nuestro querido pingüino.

Llegaron pues hasta Delfos y una vez allí decidieron buscar una palmera dorada, pues la sirenita que entabló conversación con el pingüino cerca de Sicilia, le advirtió que tras dicha palmera se hallaban grandes tesoros.

Finalmente, a los pies de unos montes puntiagudos, los Picos Brillantes, encontraron la palmera. Se distinguía de los demás árboles porque al alcanzarle los rayos del sol, la palmera se hacía fulgurante. Realmente parecía despedir fuego.

¡Era el lugar indicado!

Y justo detrás de la palmera se hallaba la Gruta Secreta, en cuya entrada podía leerse una inscripción: “CONOCETE A TI MISMO…”

Segura de sí misma y con ese olfato tan peculiar, Catalina tuvo la certeza de estar a punto de adentrarse en el mayor de los misterios, la certeza de hallar el tesoro de los tesoros.

Cogidos de las manos y las aletas, los tres amigos se apresuraron a averiguar lo que escondía aquella mágica gruta…

Y colorín colorado… el final de este cuento… como ocurre con todos los tesoros… se halla en tu interior, querido lector.


MORALEJA: “La auténtica amistad, la amistad profunda, surge cuando se genera un vínculo por compartir experiencias mágicas”

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